A pesar de tenerlo, desde hace años, casi todo en contra, esta madre tiene la energía (coraje, arrojo, valentía, ¿osadía, atrevimiento?) suficiente para seguir peleándose por la salud de su hijo (por su hijo, quizá mejor).
Viene de lejos, la pelea de esta madre por “salvar” a su hijo menor, de conductas problemáticas.
Primero tuvo que hacer frente a la negación de la problemática de su hijo, por parte de la familia próxima. Era la madre la responsable, a pesar de los que indicaban todos los informes de diferentes instituciones públicas. Tuvo que resolver vía judicial.
También tuvo que dar respuesta a la ausencia de plazas públicas para “tratar” a su hijo menor en el centro que mejor se ajustaba a sus necesidades. Primero se encontró que no las había en Educación y posteriormente tampoco las hubo en Menores. Resolvió recurriendo a instituciones privadas, cuyo gasto ella abonó.
Y, ahora, ya en una institución pública como es el Centro Monteledo, dependiente de Menores, esta madre continúa su lucha porque su hijo reciba el tratamiento que está indicado, que precisa y es “internamiento terapéutico”. Lo señala el Equipo Técnico de Menores, la Jueza de Menores y el propio DOG, en su n.º 214, del 10 de noviembre 2023. En esta batalla lleva desde el mes de noviembre del año pasado hasta la fecha, a pesar de que las diferentes instituciones a las que ha acudido (Juzgado de Menores, Dirección Xeral de Familia, Valedora do Pobo y Dirección del Centro de Menores), la madre y su hijo, en diferentes momentos, no le dan la razón, “yéndose por las ramas”, según la propia madre. Son varias las fuentes que le indican que su hijo no cumple con el tratamiento indicado, siendo la primera de ellas y más importante, su propio hijo, quien por su experiencia previa sabe distinguir y lo indicó a las pocas semanas de estar internado. También se lo hacen saber al propio interesado y a su madre educadores de la propia institución (quizá esto último NO puedas incluirlo).
En esta situación, esta madre vive en incertidumbre, la que proporciona en no saber cómo será la evolución o bien vivir la evolución del deterioro, el incremento de las mentiras, el aislamiento, la ambivalencia, la incapacidad, frustración e impotencia para poder ayudar y sacar adelante a esa persona. Así pues, en esta pugna, que viene de largo, esta madre, en la mayoría de los momentos, se encuentra sola, aunque reconoce que, dependiendo de los centros donde ha estado su hijo -donde existe apoyo para las familias y entre ellas mismas-, ha estado acompañada. Pero ahora, para esta madre, la situación ha cambiado y los sentimientos de tristeza, angustia, culpa o vergüenza, son los habituales de cada día. Añade que, necesitamos “cuidarnos” pues sostenernos, en todo el proceso, pues es muy complicado, sin los apoyos necesarios. En las personas más próximas, donde cada cual tiene su vida, encontramos diferentes “ayudas”, hay quienes preguntan cómo seguimos, hay quienes no quieren saber, se protegen porque sufren también con este “calvario”, quienes saben más de lo que dicen, quienes apoyan (incluso económicamente), quienes no están de acuerdo, quienes proponen tomar un café, ir al cine, de cena, de fin de semana, de vacaciones, o a andar, y también hay a quienes por acompañar se les dice “cuidado con lo que cuentas”. También hay familias que buscan ayuda y otras prefieren NO visibilizar lo que les ocurre. Las familias que pasamos por este proceso, necesitamos apoyarnos, porque así se aconseja y porque esta situación de “montaña rusa”, en “solitario”, es muy difícil de llevar, y debemos sostenernos para poder hacerlo. Por ello, para darnos sostén, es por lo que dejo este e-mail de contacto: