Desde las columnas de opinión de Miguel Ángel Heredia Díaz surge un análisis incisivo sobre la trayectoria de Alberto Núñez Feijóo al frente del Partido Popular (PP). Bajo el título “Feijóo siempre pierde. Mientras Vox sube en las encuestas, Feijóo se desploma”, el autor dibuja un retrato demoledor de un líder que, tras tres años de mandato, acumula fracasos, contradicciones y una alarmante pérdida de respaldo ciudadano. Un relato que, como bien señala Heredia Díaz, encuentra raíces simbólicas en Galicia, tierra del propio Feijóo, donde el refranero popular advierte: “Un gallego en el exterior es un centro cultural; dos ya son un pleito”. No en vano, el apodo familiar del líder popular en su tierra natal —“Os Cizañas”— parece prefigurar su legado: sembrar división y cosechar derrotas.
Tres años de mediocridad y desdén
Se cumplen tres años desde que Feijóo asumió el timón del PP, un periodo marcado por lo que el autor describe como “incapacidad, sumisión y falta de liderazgo”. Lejos de consolidarse como alternativa de gobierno, su figura se desvanece en el ámbito europeo, donde brilla por su irrelevancia, y en el nacional, donde su desconexión con los problemas reales de España —desde la crisis agraria hasta la violencia de género— resulta palpable. Los datos del CIS de abril no mienten: el PSOE lidera con un 32,6% de intención de voto frente al 26,1% del PP, la cota más baja del partido bajo su dirección.
La caída libre: De Casado a Feijóo, un guion repetido
El paralelismo con Pablo Casado es inevitable. Al igual que su predecesor, Feijóo navega en un barco sin rumbo, acosado por encuestas desastrosas y una militancia cada vez más escéptica. Los medios afines a la derecha, como señala el artículo, intentan sostenerlo con “encuestas de dudosa fiabilidad”, repitiendo el mismo error de 2023, cuando vaticinaban una mayoría absoluta inexistente. La realidad es tozuda: Feijóo no fue presidente porque los españoles lo rechazaron.
Ayuso y Mazón: El PP se fractura
Si algo evidencia la debilidad de Feijóo es su incapacidad para imponer autoridad dentro de su propio partido. Isabel Díaz Ayuso, presidenta de Madrid, lo ningunea públicamente, desmarcándose en fiscalidad, sanidad o estrategia con Vox. Mientras, en Valencia, Carlos Mazón sigue en el cargo tras la tragedia de las inundaciones, evadiendo responsabilidades y pactando presupuestos con Vox que recortan servicios públicos y derechos. Feijóo calla. “Un líder verdadero exigiría dimisiones”, sentencia Heredia Díaz, pero el silencio del gallego revela complicidad o miedo.
Vox: El aliado que devora al PP
El ascenso de la ultraderecha es el termómetro de la debacle feijóista. Al abrir las puertas de gobiernos autonómicos y municipales a Vox, el PP no solo ha blanqueado su discurso, sino que ha permitido retrocesos en derechos LGTBI, políticas de género y cultura. Peor aún: Feijóo se pliega a las exigencias de Santiago Abascal, incluso cuando estas perjudican a agricultores españoles, como en el caso de los aranceles. “Cuando el PP prioriza a Vox sobre España, los ciudadanos recibimos un mensaje claro: no podemos esperar nada de ellos”, subraya el autor.
Europa y España: Doble rasero, mismo desprecio
En Bruselas, Feijóo se limita a criticar a España, llegando a pedir la retirada de fondos europeos, una postura que le ha granjeado el desdén de sus propios colegas en el Partido Popular Europeo. Mientras, en casa, el PP vota sistemáticamente contra medidas clave: revalorización de pensiones, subida del salario mínimo, ayudas a Valencia o becas estudiantiles. La paradoja es grotesca: comunidades gobernadas por el PP, como Madrid o Castilla y León, llevan años prorrogando presupuestos, pero Feijóo solo alza la voz contra Sánchez.
Conclusión: ¿Merece Feijóo seguir liderando el PP?
La respuesta de Heredia Díaz es contundente: No. Feijóo, afirma, será recordado como el peor líder del PP, superando incluso a Aznar en su oposición a lo que beneficia a los españoles. Su legado es un cúmulo de fracasos electorales, sumisión a la ultraderecha y ausencia de proyecto. La pregunta ya no es si caerá, sino cuándo. Y mientras tanto, Vox sigue subiendo.
En un país que clama por soluciones, Feijóo se ha convertido en el símbolo de un PP sin rumbo, donde el pleito interno —como predice el refrán gallego— parece ser su única certeza.