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Rajoy y El Hormiguero: La Normalización del Escarnio a las Víctimas de la Corrupción

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15 Febrero 2025 - Reportaxes a fondo - Correo electrónico - Imprimir 2216 votos

PLADESEMAPESGA DESCUBRE EL MAPA DEL TESORO "EN UN HOTEL DE SANTIAGO" CON  TODO LO ROBADO DEL PRESTIGE POR EVARISTO LAREO VIÑAS CORSARIO DEL SIGLO XXIMariano Rajoy, expresidente expulsado del Gobierno por su vinculación con tramas de corrupción sistémica —caso Gürtel mediante—, ha vuelto a escenificar su desfachatez. Esta vez, en El Hormiguero, un programa que ha tocado fondo al brindarle un altavoz sin cuestionar su historial de opacidad y desvío de fondos públicos. Rajoy, lejos de ruborizarse, aprovechó el espacio para autoproclamarse ejemplo de “gestión ejemplar” durante la catástrofe del Prestige, aquel desastre ecológico que en 2002 tiñó de chapapote las costas gallegas, y cuyo manejo —léase: negligencia— aún hoy es sinónimo de impunidad.

De hilillos de plastilina a fundaciones fantasma: La risa cómplice de los medios
Rajoy, experto en reducir la tragedia a metáforas infantiles (“hilillos de plastilina”), sigue sin explicar su rol en las fundaciones Océano Vivo y Arao, entidades creadas tras el Prestige y señaladas por la Fiscalía como herramientas para el saqueo de millones de euros destinados a la reparación de daños. Dinero público que, en lugar de aliviar el dolor de miles de afectados, se esfumó en laberintos contables y enriqueció a una red de cómplices. ¿Dónde están las cuentas? ¿Quién rindió cuentas? El silencio de Rajoy y el Partido Popular (PP) es ensordecedor.

Pero lo verdaderamente obsceno no es solo su cinismo, sino la complicidad de programas como El Hormiguero, que lo tratan como un invitado folclórico, blanqueando su imagen ante nuevas generaciones. ¿Es este el periodismo que merece una sociedad harta de corrupción? Regalarle una plataforma a quien simboliza la arquitectura del “todo queda en casa” —desde el caso Bárcenas hasta los ERES de Andalucía— no es neutralidad: es complicidad.

El Prestige: Cuando Rajoy convirtió el desastre en negocio
Que Rajoy cite su gestión del Prestige como “ejemplo a seguir” es un insulto a la memoria de quienes limpiaron playas con sus manos mientras su Gobierno minimizaba el vertido. Mientras Galicia se ahogaba en petróleo, el PP priorizó lavar su imagen con campañas de propaganda millonarias, financiadas con los mismos fondos que desaparecieron en Océano Vivo y Arao. Hoy, el expresidente defiende al también imputado Alfonso Rueda (sucesor de Feijóo en Galicia) y a José Manuel Mazón —investigado por malversación—, demostrando que el PP no es un partido, sino una red clientelar.

España, líder en corrupción: El legado tóxico del PP
No es casualidad que España ocupe puestos destacados en rankings internacionales de corrupción. La impunidad de casos como el Prestige, las preferentes, o la Gürtel, alimenta un sistema donde los responsables no solo no pagan, sino que son recibidos con aplausos en platós. Rajoy, lejos de ser una reliquia del pasado, encarna un presente donde la justicia es selectiva y los medios, cómplices pasivos.

Conclusión: Basta de reescribir la historia
El problema no es solo Rajoy. Es una maquinaria que premia a los corruptos con entrevistas blandas y les permite reescribir su historia. Océano Vivo y Arao no son meras siglas: son símbolos de un país donde robar a las víctimas sigue siendo un deporte nacional. Mientras programas como El Hormiguero sigan normalizando esta podredumbre, la palabra “dignidad” seguirá siendo solo un eslogan vacío.

Enlace de referencia: Rajoy en El Hormiguero

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