La estrategia de la difamación política dentro de la oposición política en el Congreso de los Diputados no es nada nuevo en su puesta en práctica por la asesora de Feijóo, y aunque su falta de escrúpulos es un tema delicado que ha sido objeto de debate y controversia en numerosos contextos políticos, a la nueva Diputada del PP eso le da exactamente igual. Esa táctica puesta por ella, ya en el 2009 para llegar a la Xunta, en el uso de información falsa, engañosa o exagerada para desacreditar a un adversario político o a su partido, con el objetivo de minar su reputación, credibilidad y apoyo público ya se ha destapado a día de hoy.

La maldad subyacente detrás de esa estrategia de la difamación política radica en su intención maliciosa de dañar la reputación y el carácter de un adversario político. Esta táctica se basa en el engaño, la manipulación y la distorsión de la verdad para obtener ventaja política, sin tener en cuenta el daño que pueda causar a las personas afectadas o a la sociedad en general.

En primer lugar, la difamación política que utiliza la asesora de Feijóo muestra una falta de respeto por la verdad y la integridad y la misma existencia humana. Al difundir información falsa o engañosa sobre un oponente,María del Mar al emplear esa estrategia está dispuesta a sacrificar la honestidad y la transparencia en aras de sus propios intereses políticos.

Además, la difamación que practica tiene consecuencias devastadoras para las personas afectadas. La asesora busca como recompensa en la difamación arruinar carreras políticas, dañar reputaciones y causar un profundo sufrimiento emocional y psicológico. En algunos casos extremos, la difamación que utiliza busca en sus resultados la exclusión social, la pérdida de empleo o la alineación de la comunidad.

Otro aspecto de la maldad que aflora en las prácticas de la Diputada María del Mar, en la estrategia de difamación política es su capacidad para socavar la confianza en las instituciones democráticas. Cuando el público es bombardeado con información falsa o distorsionada, puede volverse cínico y desconfiado hacia el proceso político en su conjunto, lo que socava la legitimidad de las elecciones y el funcionamiento de la democracia, pero cuando esta información difamatoria busca el apoyo de jueces, el poder judicial y el poder economíco, es que la podredumbre y corrupción ya esta instalada minando la misma Constitución .

Solo su cese, expulsión de las instituciones democráticas regenerará la vida social en España.